El diablo vestido de blanco

(Atención, SPOILERS del episodio 5.9) Los remordimientos han desaparecido. Heisenberg ha trascendido a una nueva fase. La transformación se ha completado. El diablo vestido de blanco ha hecho acto de presencia para mentir con un cinismo aterrador, calmado, despiadado, similar al de Gus Fring. Walter White, haciendo gala de su verdadero nombre (ahora percibimos con toda su fuerza la antítesis simbólica del nombre del protagonista en la historia), se ha convertido en el isómero izquierdo de la Talidomida, el que describía a sus alumnos como el causante de graves malformaciones para las embarazadas, en contraposición al beneficioso isómero derecho, al principio de la serie.

La imagen especular de las moléculas es definitiva. Bien versus mal. Inactivo versus activo. Jekyll versus Hyde. El viaje hacia el lado sombrío ha concluido y la chaqueta negra, el sombrero negro, las gafas de sol ya no hacen falta. El cáncer ha vuelto y Walt ha perdido cualquier atisbo de humanidad. Está podrido. Pero el exterior es impoluto, inmaculado. Una fachada perfecta. Y el personaje, hasta ahora caracterizado exteriormente con los ropajes negros de Heisenberg, viste de blanco.

«Talidomina: dos compuestos orgánicos pueden ser imágenes en el espejo el uno del otro a nivel molecular. Pero, aunque parezcan iguales, no siempre se comportan de igual forma. Por ejemplo la Talidomina. El isómero derecho de la Talidomina es un buen medicamento para las embarazadas porque evita las nauseas. Sin embargo, el izquierdo, suministrado causa graves malformaciones. (..) Activo, inactivo. Bueno, malo.» (Episodio 1.2. Walter en clase de química)

Si algo ha definido la lucha entre el bien y el mal a lo largo de las temporadas era ese resquicio para el arrepentimiento de Walt, la parte humana que llora cuando deja morir a Jane víctima de una sobredosis, o cuando se abate por las mentiras y de la tristeza que ha causado a su familia cuando cree que va a fallecer en el desierto, al agotarse la batería de la autocaravana. Pero ese hombre dejó de existir con el alegre y terrorífico silbido, mientras el cuerpo del muchacho de la moto (Drew Sharp) se disolvía en un bidón de ácido en la primera parte de la quinta temporada.

Entonces apareció el hombre impasible, el que mira una mosca mientras piensa en asesinar a los hombres en la cárcel; el soberbio, el arrogante, el que no permite que nadie le lleve la contraria, el que justifica sus actos atroces creyéndose en poder de la razón. Y este ser despiadado, que no cree en cielo ni infierno (el alma no existe, sólo la química, le dice a Gretchen en el 1.2), es el que va a visitar a Jesse para que acepte ese dinero sangriento, y el que afirma sin inmutarse, palmeando la espalda de Pinkman de manera despreciable: «Este es tu dinero, vamos, tú lo ganaste (…) Tienes que dejar de centrarte en la oscuridad tras de ti. El pasado es el pasado. Nada puede cambiar lo que hemos hecho. Pero ahora todo se terminó. Estás fuera, yo también.»

Pero Jesse no puede ni mirarlo. También su transformación ha concluido. Ambos, alumno y mentor, han caminado en direcciones opuestas, y casi han llegado a su destino. Jesse ya no siente miedo hacia Walt, sólo un profundo desprecio que se manifiesta en sus labios fruncidos, en su incapacidad de mirarle. La sombra de los crímenes es demasiado alargada, y los remordimientos le comen por dentro. Ante la falta de opciones, Jesse se convierte en un catalizador del caos, repartiendo fajos de billetes por el vecindario, billetes que son pistas, billetes que son bombas de relojería…

Libertad o muerte
Este magistral episodio nos ha ofrecido muchas claves para entender el final del sendero de esta narración que nos ha mantenido con el corazón en un puño desde el minuto uno. La primera y más importante es que Mr. White vivirá libre o morirá. Sin miedo. Así lo asevera la matrícula de su coche que vimos en el 5.1 («Live free or die»), la M-60, el ricino que ha recogido de su casa (¿para él mismo en caso de verse acorralado?) o la vuelta del cáncer, que actúa como elemento libertador. Porque Walter, aunque repita una y otra vez a su mujer, a Jesse, a sí mismo, que lo ha dejado, ha creado una red de largos tentáculos que se ha extendido internacionalmente, y que puede tener fisuras. Lydia está cabreada. Y es una zorra peligrosa. Las consecuencias de sus actos están por todas partes, rodeándole. No va a ser tan fácil renunciar.

El otro W.W
Además, Hank por fin ha atado cabos. Porque, si este ha sido el episodio del diablo vestido de blanco, también ha sido el de la revelación de Hank. La soberbia interpretación de Dean Norris, que denota la terrible amargura, la rabia, el sinsentido de la traición de su cuñado, su orgullo herido al no haberse dado cuenta antes, es valedora de un sinfín de elogios. La secuencia es prodigiosa. En el aseo de Walter todo ha cambiado para él. El que sale por la puerta ya no es el mismo hombre. Guarda el ‘Hojas de Hierba’ en su mochila y observa a Walt desde la ventana del salón, con la pequeña Holly en brazos. «You’re the devil», dice Marie casualmente, y las palabras se superponen a la imagen de Mr. White en un impactante momento. Hank se excusa. Se siente mal.  No puede ni mirar a Walt cuando este se le aproxima con la niña en brazos para despedirse. La ansiedad se apodera de nuevo de él en el coche. Su mirada lo dice todo.

Sin embargo, dejadme que aventure algo: no creo que Hank sea la causa del cerco a Walt porque, tal como le promete en el 1.4 al enterarse de que tiene cáncer:  «Pase lo que pase siempre cuidaré de tu familia». Además, las consecuencias son demasiado terribles para él: su propia carrera en entredicho, la destrucción de su familia, el horrible golpe para Walter Junior, con quien  Hank siempre ha mantenido una relación cuasi paternal. Sin embargo, el envite de Walt es demasiado alto y Hank tiene una flecha clavada en su amor propio. «No sé quien eres, no sé ni siquiera con quién estoy hablando», dice Hank. «Si eso es cierto, si no sabes quién soy, entonces quizás tu mejor opción sería ir con cuidado», responde Mr. White, con toda la ira acumulada contra un hombre que siempre ha sido el héroe de su hijo. 

Este momento climático es precedido por una extraordinaria escena visual donde Hank conecta las claves del caso a ritmo de rock (qué fascinante montaje musical posee ‘Breaking Bad’, señores), y que sirve para recapitular, a través de las pruebas guardadas en las cajas, algunos personajes y momentos clave de la historia: Gale, Tío Salamanca, Gus, los hombres asesinados en la cárcel, la foto que se hizo Hank con uno de los hombres de Tuco (que se murió desangrado al quedarse atascado en el cementerio de coches), el vídeo del cutre-robo del barril de Metilamina  y, cómo no, el dibujo de Heisenberg que estaba en el altar de la santa Muerte, uno de los iconos de la serie.

De vuelta al futuro
El episodio arranca con uno de esos brutales ‘cold open’ a los que nos ha (mal) acostumbrado Vince Gilligan, una secuencia que conecta con el inicio de la temporada para recordarnos que, tras su 52 cumpleaños, la vida de Walt ha dado un giro de 360º. Su aspecto decrépito, de vagabundo; la casa familiar fantasmagórica con el nombre de Heisenberg pintado en la pared como si fuera una leyenda urbana; la terraza de la casa con la piscina, donde tantas escenas familiares hemos visto, utilizada para patinar.

Walt se mira en uno de los espejos rotos de la casa. Su imagen es borrosa, como si estuviera desapareciendo. La vecina que antes le saludaba con amabilidad deja caer la bolsa de comestibles ante su presencia. Tiene miedo. ¿Acaso Walt terminará convertido en un mito, en una sombra con la que asustar a los niños?

Veremos

P.D No, Badger, no vas a ganar un Emmy por tu actuación del coñazo-guión de ‘Star Trek’

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8 comentarios · Escribe aquí tu comentario

  1. Dice ser 4actos

    Pues a mí la escena de Badger explicando su idea de episodio de ‘Star Trek’ me pareció genial, algo así como un guiño a Tarantino 😀

    13 agosto 2013 | 19:00

  2. Dice ser Lledó AP

    Tengo que decirte que tu post me ha parecido maravilloso? Pues te lo digo… Maravillosa review cómo siempre!!

    14 agosto 2013 | 12:44

  3. Hola! Desde luego tiene su punto de gracia. Sonreí un rato, pero para mi gusto lo prolongaron demasiado. Y teniendo en cuenta la tensión del episodio pensaba ¡a ver si cortas el rollo ya! Un abrazo!

    14 agosto 2013 | 13:27

  4. Muchas gracias! La verdad es que me he pegado un buen maratón para recapitular y hacerla. Un beso enorme!

    14 agosto 2013 | 13:28

  5. Dice ser Carlos

    Impresionante review, CeciliaGracias por hacer una disección tan acertada del episodio y relacionarlo con episodios anteriores. has hecho un estupendo trabajo. Después de leerte creo qu voy a volver a ver el episodio otra vez 😀 ¡Qué ganas de ver el final de la serie! Sólo una cosa: creo que Jesse va a tener una gran importancia en lo que suceda con Walt, no le perdona todo lo que le ha obligado a hacer. Un saludo y sigue así

    16 agosto 2013 | 11:08

  6. Gracias Carlos! Yo también creo que Jesse va a realizar un papel definitorio en el final de la historia aunque, últimamente, me sumo a las teorías conspiranoides y veo fantasmas por todas partes, jejeje. Desde luego, todo ese resentimiento tiene que encontrar una vía de escape… Un saludo y gracias por comentar 🙂

    16 agosto 2013 | 18:36

  7. Dice ser Anonymous

    Gran post…o has empollado mucho o ya me explicas como te acuerdas de cosas del 1.2 impresionada me tienes…gran post una vez más.sara b. @Aleyt1

    28 agosto 2013 | 13:55

  8. Thanks! Pues en el curso de Nahum vimos de nuevo el piloto, y luego sí que he visto las dos primeras temporadas y capítulos de las otras. Han pasado tantas cosas (y hacía tanto tiempo desde que vi las anteriores) que quería refrescar las ideas de cara a la recta final, para no perder detalle (y poder escribir con propiedad, of course). Un abrazo!

    28 agosto 2013 | 15:12

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