‘Bron, Broen’ o la historia de una amistad

(Atención, Spoilers) El otro día, después de acabar de ver la segunda (y asombrosa) temporada de ‘Bron, Broen’, me dí cuenta de por qué la serie había conseguido trascender el género policial y convertirse en un título indispensable para cualquier seriéfilo de pro. «Ya sé de qué trata esta serie», me dije todavía trastocada por los acontecimientos que se habían sucedido en la pantalla y que me habían dejado con el corazón en un puño. «Ya sé por qué nos engancha para no soltarnos». Y es que ‘Bron, Broen’, bajo el envoltorio de un drama policial, es una historia que nos habla de un tema profundo, con el que todos nos podemos sentir identificados y que nos toca de verdad: el surgimiento de la amistad y de la confianza entre dos personas, y cómo estas pueden truncarse.

En este caso, la relación que se forja entre un ser atípico (Saga Norén, con síndrome de Asperger) y un hombre muy empático (Martin Rohde), está tan llena de química, de diálogos donde ambos descubren un mundo oculto al otro (Saga con sus verdades tan contundentes que hacen a Martin reparar en detalles que le habían pasado desapercibidos; Martin con su capacidad para explicarle a Saga los difíciles resortes de la interacción social), que no he podido dejar de pensar en ‘ET, el extraterrestre’, la historia por antonomasia de la amistad imperecedera entre dos seres muy distintos, que me generó la misma emoción al hacerme sentir que, por encima de diferencias, podemos llegar a comprendernos, aceptarnos y, en última instancia, querernos.

En ‘Bron, Broen’ esta idea de aprender a convivir, a trabajar juntos por encima de diferencias, viene establecida desde el principio de la historia, desde el título mismo. Un puente («bron» en danés, «broen» en sueco), que conecta dos países similares aunque con sus respectivas peculiaridades. Dos policías (Martin, de origen danés, y Saga, sueca) que deben colaborar juntos en la resolución del caso de un cadáver que aparece en la frontera entre países. Y la imagen del puente como metáfora de conexión, de unión de dos lugares distintos pero interconectados, como ellos mismos.
La trágica senda del deber

La primera temporada de la serie asentaba las bases de la amistad entre los protagonistas con un problema de fondo que logró captar nuestra atención y una resolución que nos devolvía de nuevo al tema principal: la traición de la amistad (lo que lleva a Jens Hansen a esa concatenación de actos psicopáticos, que desembocan en una tragedia personal para Martin). En la segunda hemos visto otra vez la fragilidad de las relaciones y cómo la confianza traicionada puede ser inmensamente dolorosa, sobre todo si la traición la comete alguien que nos importa. La conclusión es sencillamente estremecedora: sentimos una pena infinita por Saga, obligada a elegir entre el deber y su único amigo; y una terrible sensación de desamparo al ver a Martin perdiéndolo todo de la noche a la mañana.

Sobre esta temática —el alma de la serie—, se construye una intriga muy cuidada, donde cada pieza del puzzle encaja con precisión y logra crear una narración policial llena de ritmo, que en ningún momento peca de obvia ni hierática. Los escandinavos son muy buenos en este tipo de historias. Ya lo demostró Stieg Larsson en la trilogía ‘Millenium’ (fantástico sobre todo el primer volumen, ‘Los hombres que no amaban a las mujeres’, que devoré en un par de días). ‘Bron, Broen’ me recuerda mucho a esta forma de narrar: sumamente entretenida, limpia en su estilo, una investigación en curso siempre sorprendente, un personaje protagonista carismático (con un pasado interesante y cierta fragilidad que vamos descubriendo paulatinamente) y unas formidables escenas de suspense y tensión que te llevan a dar la vuelta a la página una y otra vez. O, en el caso que nos concierne, a ver enfebrecidamente el siguiente episodio.

En ‘Bron, Broen’ cada capítulo está dibujado con tanto «savoir faire» que su degustación nos deja completamente satisfechos, con su sabroso aderezo de emoción, historias familiares, pistas y nuevos personajes que van complicando la trama, estupendos diálogos entre la pareja protagonista (con momentos de gran ironía y comicidad, como cuando hablan de temas sexuales y se evidencia la ingenuidad de Saga —que es políticamente incorrecta sin darse cuenta—) y unos ‘cliffhangers’ que te dejan literalmente colgado del abismo al final del episodio. Asimismo, sin necesidad de una profundidad temática ni de metáforas político-sociales, ‘Bron, Broen’ logra transmitir con mucha efectividad los valores éticos y morales de la sociedad donde se gesta. No es de extrañar que, en ambas temporadas, se incida en problemas sociales y medioambientales, asuntos con más caladura en los países avanzados democráticamente.

Dentro de Saga, dentro de Martin
Sin embargo, la verdadera fuerza de ‘Bron, Broen’ se halla en sus actores protagonistas y en la especial conexión que existe entre ellos. Sofia Helin como Saga Norén realiza una de esas actuaciones transparentes que te hacen preguntarte si estás ante una persona de carne y hueso. Cuando Saga entra en escena me la creo totalmente, y me sucede una cosa muy especial: a pesar de ese rostro que apenas transmite emociones, a pesar de su incapacidad para empatizar con las personas que hay a su alrededor, el personaje me llena de emoción en esos breves atisbos donde divisamos lo que esconde su interior. No sólo con respecto a su propio pasado, que se va desvelando poco a poco (el síndrome de Münchhausen de su madre, el suicidio de su hermana, sus sentimientos de culpa, la comisión de un delito —¡ella!— para alejar a sus padres de su hermana), sino respecto a las emociones que experimenta y descubre junto a Martin.

Ante Sofia Helin, Kim Bodnia (Martin) puede pasar un poco desapercibido, pero la ternura que emana de este personaje, su sonrisa y la sensación de que nos encontramos ante un buen hombre es la antítesis perfecta para el personaje de Saga. Y la actuación de Bodnia, sencillamente inmensa. En la segunda temporada, el personaje de Martin cobra relevancia, y la búsqueda que emprende para liberarse de la obsesión por el hombre que ha matado a su hijo, intentando que Jens experimente verdaderos remordimientos, le da un tono más oscuro y profundo al personaje, y la historia gana en suspense.

Por poner alguna pega (realmente muy pocas), lo único que no me ha convencido de este temporada es el tema de la niñera de Martin (demasiado Münchhausen para mi gusto). Por lo demás, estos diez episodios han conseguido mantenerme ante la pantalla con los ojos como platos (desde mi punto de vista ha superado en calidad a la primera temporada) y desear con fervor el estreno de la próxima.

 

Nota en Mis Puntuaciones

Ficha técnica

Título original: Bron/Broen (The Bridge)
Cadena: SVT1, DR1
Año de creación: 2011
Creada por: Hans Rosenfeldt
Escrita por: Björn Stein

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