El otro día comentaba en Twitter que era una lástima que una temporada tan buena como la segunda de Master of None (una pequeña gran joya) no hubiera generado más conversación, y que cada vez me gustaba menos el binge-watching. Las respuestas no tardaron en llegar: un chico comentó que, gracias a esta modalidad de visionado, las series se degustaban de manera más íntegra, sin perder un ápice de su esencia. Sin embargo, otras personas pensaban que esta forma de deglutir series les creaba ansiedad y que, si no podían verlas de inmediato, cuando llegaban a ellas sentían que la conversación social se había diluido. Eso sin hablar del miedo al spoiler.