‘Mad Men’, un atisbo de luz entre las tinieblas (primera parte de la séptima temporada)

donypeggybailan(ATENCIÓN, SPOILERS) En el artículo sobre la sexta temporada de ‘Mad Men’ me preguntaba si habría redención para Don Draper o ya era demasiado tarde. Lo habíamos visto tocar fondo de manera patética en la presentación de Hershey, y su aventura con Sylvia nos había proporcionado la última excusa para no compadecerle. Sin embargo, el final de la sexta temporada otorgaba la posibilidad de que Don se reconciliase consigo mismo. La visita al viejo burdel donde se crió, en compañía de sus hijos y, sobre todo, la mirada que intercambia con Sally, ofrecía un atisbo de luz entre las tinieblas.

Esta primera mitad de la séptima temporada, que me ha parecido magnífica sobre todo cuando las historias se alejaban de la oficina, ha servido para recapitular sobre los personajes más importantes y establecer un punto de partida muy ambivalente de cara a los últimos episodios. La reconciliación de Peggy y Don ha puesto una nota de color en una historia muy triste, pero los escollos en la vida de ambos protagonistas siguen sin solucionarse. ¿Necesitará alguno de ellos un hecho drástico que le haga enfilar su vida en otra dirección y encontrar el equilibrio? La muerte, como tantas otras veces en ‘Mad Men’, ha planeado como una sombra sobre ellos, aunque se ha cernido especialmente sobre Draper de una forma premonitoria.

Sólo hemos visto la primera mitad de la conclusión de este viaje, que se resuelve con un relativo canto de optimismo. Y digo relativo porque Don ha perdido a la mujer que ama, aunque el asunto del trabajo parezca bien encaminado con la absorción de McCann Erickson. Y Peggy, pese a conseguir la cuenta de Burger Chef, sigue teniendo grandes carencias en su vida que el éxito profesional no puede llenar. Como decía el propio Jon Hamm en el segundo episodio de ‘America in Primetime’, para alcanzar la felicidad hay que implicarse hasta el fondo con las personas que amas. Y tanto Don como Peggy siguen escapando, quedándose  a medias. Siempre.

Premoniciones, cenizas

El destino de Don o la premonición de lo que le depara la existencia si no echa el freno, viene determinado en una de las escenas más brillantes de estos siete episodios. En ‘Times Zones (7×01)’, donde se plantean todos los temas que se desarrollan durante la temporada, Don se sienta en el avión junto a una bella desconocida e, inevitablemente, comienza un flirteo entre ellos que, poco a poco, se va intensificando. Cuando Don le pregunta sobre su anillo, ella le responde que es viuda. Su marido acaba de fallecer con cincuenta años y ella regresa de Disneyland de arrojar sus cenizas. «¿Qué le pasó?», pregunta Don. «Estaba sediento», contesta ella. Don rechaza el ofrecimiento sexual de la mujer y acaba en calzoncillos, congelándose en la terraza de su apartamento cuya puerta corredera no puede cerrar. Otro símbolo de la decadencia de su vida desde que Megan se fue.

donenlaterrazaEl soberbio arranque de temporada, que sitúa a Don en el mismo pozo donde quedó en la temporada anterior, tampoco es más satisfactorio para Peggy, la otra gran protagonista de la historia. Tras el plano de espaldas, sentada en la silla de la oficina, que nos retrotraía a la esencia misma de la historia y al paralelismo de las dos vidas, Peggy, al igual que Don, se debate por encontrarle sentido a la vida y una cierta felicidad que siempre se le escapa de las manos.

Un jefe mediocre que la ningunea. Ser odiada por las mujeres de la oficina, que no ven en ella a una igual. La traición de Ted después de decirle que la amaba son asuntos que incrementan su ira e irritabilidad, hundiéndola todavía más si cabe. La peripatética historia del ramo de rosas en San Valentín, que cree de Ted, u ocultar que ha cumplido treinta años, son hechos que evidencian la profunda infelicidad de este personaje. Mientras Don castañetea los dientes, borracho en su terraza, al final de ‘Times Zones (7×01)’ Peggy rompe a llorar, arrodillada en el suelo de su destartalado apartamento.

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Sin embargo, entre toda esta amargura, hay una suposición que podría augurar su futura felicidad y que, de nuevo, vincula al personaje con el pasado oculto. La relación que entabla con Julio, su vecino: un niño que le recuerda al hijo que abandonó. La redención de Peggy, al igual que la de Don, depende de ella misma: o seguir huyendo de su pasado o intentar enmendar sus errores. Aunque Peggy haya conseguido la cuenta de Burger Chef y, mucho más importante, el apoyo y complicidad de su mentor, necesita lo mismo que Don, lo mismo que todos nosotros: superar el pasado para afrontar el presente. Lo paradójico es que tienen la solución al alcance de la mano, pero ninguno de ellos da un paso para conseguirlo.

La relación reencontrada entre Don y Peggy nos ha dejado una de las escenas más sentidas de la midseason. «Me preocupo de muchas cosas, pero no de ti», dice Don a Peggy. «¿Y de qué te preocupas?», responde ella. «No he hecho nada. No tengo a nadie». Luego bailan con ‘My Way’, de Sinatra, mientras los espectadores y ellos mismos reflexionan sobre lo que debería ser más importante en la vida. Algo que, por cierto, también recuerda Bert en el número musical final de ‘Waterloo (7×07).

Una tele, lavarse los dientes

Otro de los grandes temas de esta temporada ha sido la paulatina ruptura de un matrimonio. Como siempre ocurre en esta serie, esta decadencia se ha explicitado con escenas que han sido un portento de sutileza, llenas de detalles sugerentes para el espectador atento. Si ya era bastante difícil mantener una relación en la distancia, las mentiras de Don respecto a su trabajo no han ayudado a estrechar vínculos con una Megan cada vez más independiente económicamente.

El hecho de que la primera noche que pasan en Los Angeles Megan acabe achispada y Don durmiendo en el sofá es un signo definitorio de que las cosas no marchan bien. Luego, Don (ejerciendo de «sugar Daddy») le compra una tele para su apartamento sin consultarle. «No sabía que un regalo caro iba a molestarte», dice Don. «No estás aquí el tiempo suficiente para una pelea», responde ella. Y la puntilla llega cuando Don le propone “celebrar” la consecución del piloto y ella contesta: «No sabía que querías. Deja que me lave los dientes». Con esta sencilla pero demoledora línea de diálogo constatamos que la pasión y la confianza han muerto, una pasión que ni siquiera el (tristísimo) trío con la amiga de Megan puede arreglar.

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Reencuentro coral

Si la anterior temporada fue un tanto dispersa (recordemos el macguffin de Bob Benson), esta primera parte conclusiva se ha centrado en los personajes más relevantes, devolviendo la historia a su esencia. También ha tenido momentos de surrealismo delirante, aunque no tan acusados como en la anterior temporada y, por ello, la serialidad ha sido más coherente. En esta ocasión, el protagonista de la historia más rocambolesca ha sido Michael, cuya válvula (¿un guiño a ‘La conjura de los necios’?) le ha jugado una mala pasada. Como en anteriores temporadas, las alusiones a la época en la que se desarrolla la serie se han deslizado de una forma sutil, integrando en la trama referencias a sucesos políticos (Nixon), acontecimientos históricos (la llegada del hombre a la luna), sociales (la contracultura y los hippies) e, incluso, cinéfilos (el estreno de ‘Grupo salvaje’).

Aunque la midseason ha pivotado entre la relación Megan-Don, y Peggy-Don, todos los personajes relevantes de la serie han encontrado su momento:

Betty

Este grandísimo personaje, aunque no presente evolución, tampoco la necesita. Betty, esa mujer desabrida y extraña, no cambia por mucho que la historia se repita y vea alejarse a sus hijos. Comprende que no la quieren, pero no sabe comportarse de otra manera. Betty ha protagonizado una de las mejores historias de esta temporada. Ese viaje al campo (‘Field Trip’ 7×03) supuestamente idílico, donde un pequeño equívoco por parte de su hijo Bobbie es transformado en una afrenta personal de terribles proporciones.

Roger

¿Qué es lo que sucede cuando intentas dar lecciones morales sin predicar con el ejemplo? Pues que te sale el tiro por la culata. Esto es lo que le ha sucedido a Roger con su hija. Cuando le recrimina el abandono de sus responsabilidades familiares ella le espeta: «No es tan difícil», mientras le recuerda sus propias acciones y cómo ha antepuesto su trabajo (sus diversiones) a su familia. ¿Cuál es la diferencia? Que ella es una mujer y él un hombre. Roger, al igual que Betty, es un personaje inalterable. Morirá como ha vivido: siendo un crápula.

Joan

En su posición, y con la historia de Jaguar a sus espaldas, yo tampoco tendría mucha consideración por Don. Recordemos su negligencia, el abandono de responsabilidades, además de su tardía llegada (eso duele). Joan ha luchado y ha sacrificado mucho por llegar donde está, y sabe que el regreso de Don significa problemas. Además, el rechazo del desagradable Bob Benson («¿Es esto lo que quieres? Estar cerca de los cuarenta, con un niño pequeño y una madre en el apartamento? Sé que tengo un problema, pero estoy ofreciéndote más de lo que cualquier otro haría»), me hizo sentir todavía más simpatía por este personaje que ha sabido desenvolverse en un mundo de hombres y seguir buscando el amor por encima de la seguridad.

Peter

Otro personaje que no parece haber entendido nada, y que sigue tropezando con la misma piedra una y otra vez. Por encima de su apariencia californiana y su relación con la despampanante rubia de la inmobiliaria, Peter es otro personaje que no ha sabido conservar lo que vale la pena, y que se debate en busca de una satisfacción en el trabajo que nunca encontrará. Peter sigue siendo aquel tipo mezquino del primer día, infantil y presumido, que sólo se siente enfurecido cuando ve a su mujer hacer lo mismo que él (desatender a su hija), y al que perdonamos en parte por su lealtad hacia Don, por su simplismo y por aceptar sin aspavientos el nuevo rol de Peggy.

Sally

Con un insólito giro de lo que creíamos previsible, esto es, que Sally besara al cachas, la joven Draper parece que ha entendido que si sigue la estela de sus padres lo va a pasar muy mal en amores. La belleza no es nada si no hay algo detrás, y Sally parece comprenderlo mejor que Betty y Don. Ella, como canta Bert, se queda con las estrellas después de haber visto la muerte de cerca y de haber escuchado toda su vida las mentiras de sus padres. Quizá la vieja generación esté perdida, pero puede que la nueva haya entendido algo.

La segunda y última parte de la séptima temporada de ‘Mad Men’ se estrenará en la primavera de 2015.

12 comentarios · Escribe aquí tu comentario

  1. Dice ser Niniogorila

    Muy buen análisis. De momento la temporada me ha parecido perfecta. Esta serie consigue que sin grandes giros, sin grandes conflictos a simple vista, nos ponga un nudo en la garganta y esa sensación de «oh dios mío, aquí esta pasando algo». Ver a Don doblegarse de esa manera en la oficina, el como se ha dado la vuelta a la moneda y ha acabado recibiendo órdenes de Peggy. El como éste no las acepta nada bien en un principio, pero acaba siendo impulsado por la oportunidad de trabajar con ella. La llegada del ordenador y Ginsberg y su locura. No sé si se ha querido hacer honor al título de la serie, pero sí que Ginsberg y el propio Ted han acabado un poco desquiciados.

    04 junio 2014 | 22:58

  2. Dice ser Lledó Horne

    Genialísimo Cecilia!! :_)

    05 junio 2014 | 09:04

  3. Dice ser Raimundo Rubio

    The best things on your live are free.

    05 junio 2014 | 14:34

  4. Hola Niniogorila, los conflictos de Mad Men son los de la vida misma, esos que aparentemente no se ven pero están ahí, en las cabezas de las personas, en sus nudos de estómago. Esta serie me parece magnífica por su sutileza, por la forma de explicar la psicología y las emociones de los personajes de una manera sugerente, para el espectador atento, sin grandes alardes. El hecho de que Peggy acabe siendo la jefa de Don pero, al mismo tiempo, le incomode y la llene de satisfacción (en plan fuck you) ha sido uno de los grandes momentos de la temporada. También cuando a Don le imponen las condiciones draconianas para su regreso y él contesta un simple OK. Hay tantas capas, tantos detalles, que con una revisión en profundidad la serie gana muchísimo. Yo siempre vuelvo a ver las temporadas de tirón cuando acaban y no veas cómo disfruto. Un saludo y gracias por el comentario!

    05 junio 2014 | 15:26

  5. Gracias 🙂 Esta temporada he disfrutado como una enana y me pasaría horas escribiendo.

    05 junio 2014 | 15:27

  6. Tú lo has dicho, Raimundo. El que no se dé cuenta, allá él. Un abrazo.

    05 junio 2014 | 15:27

  7. Pues que chapeau, como siempre haces con Mad Men, genial análisis. Coincido en que la descripción de cómo las cosas más hermosas se acaban progresivamente por la distancia y el tiempo (Don y Megan) está reflejado con una maestría y una sutileza inigualables.

    Como dice Bert antes de morir al escuchar las palabras de Neil Armstrong: Bravo.

    09 junio 2014 | 16:02

  8. Dice ser torpedama

    Magnífico análisis, Cecilia. Las mejores obras son aquellas que dejan un poso en nosotros, las que nos hacen reflexionar y querer volver a ellas una y otra vez. No hay muchas que lo consigan, pero Mad Men definitivamente es una de ellas. Una obra maestra.

    10 junio 2014 | 15:19

  9. Muchas gracias, Almaciguero. Mad Men es de esas series que te dejan una huella tras haberla visto. Quizás no nos acordemos de todos los sucesos, pero sí de esa sensación de profundidad y de verdad que siempre tienen las grandes narraciones. Un abrazo enorme y gracias tu fidelidad al comentar.

    11 junio 2014 | 12:05

  10. Gracias, torpedama. Ahora mismo acabo de comenzar la revisión de la serie, y no dejo de sorprenderme de todo lo que nos han contado en estas siete temporadas. Un derroche de sutileza, sensibilidad y respeto por el espectador. Tengo muchas ganas de ver cómo concluye esta obra maestra. Sin duda lo es, como bien dices. Un abrazo fuerte y gracias por visitarme y comentar.

    11 junio 2014 | 12:08

  11. Dice ser sara bureba

    Genial Análisis hermosa, pero nada que no esperase, creo que solo disiento un pelín en lo de Sally, aunque ahí no estamos nadie de acuerdo. Creo que esa escena en el jardín fue magistral, porque no le encontramos una explicación global, es decir, es muy humana…

    gran post

    15 julio 2014 | 12:43

  12. Gracias Sara! Es uno de los personajes que más me intrigan y, claro está, lo que sucede con el chico del telescopio es una suposición mía. Ahora que la estoy volviendo a ver veo lo mal que lo pasa Sally con la separación de sus padres. Quizás quiera alejarse de los típicos galanes… Es una pena que la serie concluya y no poder ver su evolución. Si hay que votar por un spin off yo voto por el suyo!! Un abrazo guapa.

    20 julio 2014 | 13:10

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