Black Mirror y el fin de la sorpresa

black-mirror-season-3-mackenzie-davisCharlie Brooker se ha convertido en uno de los creadores actuales que mejor saben pulsar los hilos de la conciencia. La reflexión sobre el uso pervertido de la tecnología, capaz de aislar al individuo en su propio mundo de egocentrismo y obsesión, ha permitido que Black Mirror se convierta en una serie de culto. Sus escasos episodios —siete en total si contamos el especial de Navidad—, hacían de la emisión de la serie un acontecimiento que creaba tantas expectativas como apasionadas conversaciones posteriores.

El salto de Channel 4 a Netflix, es decir, de la televisión británica a la americana, y la ampliación de la duración de la tercera temporada (seis episodios, casi el total de los emitidos hasta la fecha), crearon dudas acerca del mantenimiento de su calidad narrativa y, sobre todo, de si el consumo de los episodios en maratón, sin la dosificación semanal, proporcionaría la adecuada dosis de impacto a la que nos tenía acostumbrados.

Uno de los atractivos de Black Mirror es la efectiva combinación entre la sorpresa (no sabemos de qué manera se van a desarrollar las historias) y una sensación de desasosiego al percibir como terroríficamente cercanas las ideas que presenta: ciberterrorismo ante la degradación política en «The National Anthem», la capacidad de revivir nuestra realidad de manera obsesiva en «The Entire History of You», la justicia-reality show de «White Bear» o la peligrosa capacidad del sistema para fagocitar las ideas políticas más subversivas en «The Waldo Moment». El propio Brooker dijo que no se trataba tanto de imaginar un futuro distópico «sino de adentrarse en ese terreno fronterizo en el que las cosas más insensatas son posibles».

En este sentido, la nueva temporada de Black Mirror se enfrentaba más que nunca a un problema fundamental: con dos temporadas a sus espaldas, el espectador sabe de antemano lo que va a ver y puede prever en cierta medida el desenlace. La consecuencia es que el futuro que se plantea en los nuevos episodios sigue siendo inquietante, pero ha perdido la capacidad de acribillarnos de un tiro y necesitaba más que nunca giros formidables. ¿Lo ha conseguido? Desde mi punto de vista, solo en parte. (Atención, Spoilers)

Nostalgia ochentera

Aun así, Black Mirror consigue algo fundamental: que sigamos pensando en ella tiempo después de haberla visto y a pesar de haber tenido una temporada irregular, sin ningún episodio tan impactante como los mejores de las anteriores tandas. Cada uno tendrá sus episodios favoritos, hará un ranking con ellos como parte de la diversión y/o criticará en secreto a otros por no tener su buen gusto (sí, sabéis que lo hacéis). Pero todos, absolutamente todos, somos conscientes de que, a pesar de que el envoltorio ya no es tan brillante, el regalo sigue gustándonos. Sobre todo si nos obsequian con episodios como «San Junipero», una rara avis que, con su happy ending, ha conseguido lo que otros capítulos ya no pueden: emocionarnos.

Con «San Junipero» pasa un poco como con Stranger Things: la combinación de elementos ochenteros (The Lost Boys), la música y la historia de amor protagonizada por la musa tecnológica Mackenzie Davis —yo veía a Cameron Howe a pesar de su aspecto nerdconsiguen tocarnos la fibra sensible de la nostalgia y hacernos regresar al lugar feliz de nuestra infancia-adolescencia. Si encima nos muestra un paraíso donde la muerte no existe, ya tenemos el paquete completo. ¿Hubiera sido más Black Mirror si hubiese terminado mal? Quizás. Pero también habría perdido su capacidad de llamar nuestra atención, que al final es de lo que se trata.

En una línea más oscura, siguiendo la estela blackmirroniana (ojo al palabro), el episodio más conseguido es «Shut Up and Dance», el único que logró ponerme en tensión y hacer que mirara con desconfianza la cámara de mi ordenador mientras me preguntaba: «¿Qué harías en esa situación?». Como soy una cobardica supongo que preferiría que vieran el vídeo, porque mi nivel de perversión es ínfimo, pero supongo que otros serían arrastrados cual títeres hasta… ¿quién sabe dónde?

black-mirror-shutup A un nivel más psicológico (esto de la elección de episodios como favoritos depende de los miedos que uno enfrente), «Playtest» es otro de mis preferidos. La primera mitad, con el barbudo viajero, logró descolocarme (la sorpresa de la que hablábamos antes), aunque la inmersión en el juego me resultó menos original y el final un tanto previsible. Quizás si hubiera tenido más empatía con el barbudo la cosa hubiera sido diferente, pero no logró hacerme temblar con su miedo a las arañas ni con sus mommy issues.

¿Episodios prescindibles?

También en la línea de «The Entire History of You» o «White Christmas», «Nosedive» es otra llamada de atención sobre el uso que hacemos de la tecnología y cómo esta puede afectar nuestra forma de comportarnos. Sin embargo, a pesar de ser bastante divertido, el uso de una estética de colores pastel ya vista (muy en la línea de Las mujeres perfectas), un desarrollo un tanto precipitado y, sobre todo, un final demasiado hiperbólico, no consiguió transmitirme del todo la angustia vital de su protagonista.

Y hablando de volver atrás en el tiempo, «Hated in the Nation» logró retrotraerme a los días noventeros de Expediente X con una atmósfera muy similar (¿os acordáis del episodio de los insectos asesinos verdes?). Sin embargo, y aunque viéndolo me lo pasé bien, las motivaciones del ciberpsycho me parecieron muy endebles para semejante escabechina y al final la historia me resultó un tanto forzada.

Pero si hay un episodio completamente fallido es «Men Against Fire». Aunque la premisa es brillante (sí, un loco como Trump podría darle el visto bueno a esa máscara), la ejecución de la historia no consigue suscitarnos demasiadas emociones. No obstante, este capítulo tiene un final conmovedor y escalofriante: el soldado que regresa a casa —con un precioso jardín y una amante esposa— sabiendo que, en realidad, la imagen es una visión, un reducto de fantasmas.

A pesar de lo prescindible de estos tres últimos episodios, lo cierto es que siguen teniendo la calidad suficiente para hacernos pasar un buen rato. Quizás la temporada no quede tan redonda como si hubieran seleccionado los tres mejores, pero ¿hubierais preferido no verlos? Yo creo que no.

Nota en Mis Puntuaciones

«Tu madre hubiera hecho cualquier cosa por llegar a Araneida

«Cientos de afiladas torres, tan delgadas como agujas, se perdían en la inmensidad del espacio cuajado de estrellas. Araneida resplandecía con el fulgor de la plata vieja. En la colina, la hierba se mecía al son de una pretérita canción.»

«En la oscuridad salvaje los pájaros muertos se levantaron del suelo y comenzaron a volar.»

«¿Quieres ver lo que hay al otro lado? ¿Quieres volar?»

8 comentarios · Escribe aquí tu comentario

  1. Dice ser Monica Sangrador

    Aun no la he visto así que no me leeré tu artículo entero…..pero si creo que no la veré en plan maratón, si es mas o menos como su predecesora, cada capítulo es un mundo que tienes que darte tiempo para digerir; en cuanto a sorprender aunque fuera en la cadena original les habría costado igualmente…

    01 noviembre 2016 | 17:30

  2. Dice ser A ver series

    Quizás sí, aunque el hecho de tener más episodios hace que sea más irregular todavía. Cuando la veas comparamos los rankings y hablamos más en profundidad 🙂

    01 noviembre 2016 | 17:52

  3. Dice ser A ver series

    Monica Sangrador Great!

    01 noviembre 2016 | 17:53

  4. Dice ser Mari Angeles

    A mi me ha gustado; algunos capítulos (como el 3) más que otros, no creo que haya bajado la calidad, ha bajado el factor sorpresa y es que ya se sabe, para los que somos ya sibaritas a estas alturas, el factor innovación y sorpresa es fundamental. No obstante, nunca faltaré a mi cita anual si renuevan, 😉

    02 noviembre 2016 | 10:02

  5. Dice ser A ver series

    Exacto. Lo que pasa es que al haber más episodios sí que hay algunos más prescindibles como el quinto. Aun así, sigue siendo una serie con una gran calidad, pero sí que creo que es lo que dices: que para unos gourmets televisivos como nosotros la innovación y la sorpresa es un elemento clave. Por supuesto que yo tampoco faltaré a la cita 😉

    02 noviembre 2016 | 12:12

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