Si hay algo que ha hecho grande a ‘Game of Thrones’ no es únicamente su dimensión épica en el campo de batalla, sino su grandeza a la hora de plasmar las sutilidades del comportamiento humano y las pasiones en conflicto. Temas como la búsqueda y el mantenimiento de poder, la familia, la identidad, la fidelidad, la traición, el deseo y la muerte se ponen de manifiesto a través de la psicología de los personajes, para ofrecernos un mosaico de caracteres de gran riqueza y profundidad.
Gracias a que reúne lo mejor de ambos mundos, esto es, la garra aventurera y los diálogos entre las sombras, ‘The Children’ no sólo ha sido un extraordinario final de temporada, sino quizás el mejor capítulo de la serie. Continuando con el formato de guión que tan bien ha funcionado durante la tercera y cuarta temporada, ‘The Children’ nos ha ofrecido un banquete visual y dramático de intensidad inusitada. (ATENCIÓN, SPOILERS)
Entre los grandes momentos visuales, dotados de una gran fuerza plástica, destacaría la llegada de las tropas de Stannis al Muro, con esa panorámica que nos corta la respiración y que la acerca, una vez más, a la altura de las grandes epopeyas cinematográficas. También la llegada de Bran al gran arciano donde habita el Cuervo de Tres Ojos, con un plano que recuerda, por su luz crepuscular y composición, a una pintura clásica. Y la siguiente secuencia, con los esqueletos surgiendo de la nieve, que nos han hecho esbozar una sonrisa al acordarnos de ‘Jasón y los argonautas’.
Ballestas, lucha por la vida
Pero, como hemos comentado antes, sin esos puñales sangrientos en forma de palabras, ‘Game of Thrones’ no sería nada, y por fin se desvela lo que estaba en boca de todos y nadie quería decir: que el linaje de Tywin, por el que se ha derramado tanta sangre, es una farsa. Sin embargo, la conversación entre Tywin y Cersei es el prolegómeno de la gran escena que estaba anhelando ver en la pantalla: la muerte de Tywin a manos de Tyrion.
Tras el enésimo ultraje, Tyrion decide acabar con el Gran León de la forma más humillante posible. De nuevo, la serie nos otorga uno de sus «momentos Martin» donde el espectador dice «no será capaz» mientras George sonríe maquiavélicamente y piensa: «En el cagadero. Y con una ballesta». Claro que sí.
Si con todo esto no teníamos suficiente, el episodio se salda con una de las escenas más violentas de la serie: la lucha a muerte entre el Perro y Brienne de Tarth. La crudeza de la escena, donde podemos sentir las patadas, los golpes de la piedra y el desgarro de la oreja, consigue revolvernos en nuestro asiento y experimentar en carne propia la brutalidad y la adrenalina de la lucha por la supervivencia. Aventura, acción y drama en estado puro que concluye con otro desquite mucho tiempo esperado: el de Arya hacia el Perro.
Y vuelvo a recoger este hilo argumental porque, si ha habido un momento que me haya emocionado, ha sido precisamente el nuevo punto de partida de la historia de Arya, embarcada hacia una nueva trama que la llevará por insólitos senderos. La imagen de la niña surcando el océano mientras suena de fondo el coro con la sintonía de la serie, ha sido un final que renueva mis deseos de ver continuar esta historia subyugante.
Equilibrio narrativo y efectos especiales
Tras ‘The Children’ y, en general, la temporada al completo, podemos aseverar lo que en varias ocasiones he comentado en el blog: ‘Game of Thrones’ ha encontrado el equilibrio narrativo, la armonía en las historias y una fuerza en los diálogos que la han catapultado hacia los puestos más altos de la ficción actual, trascendiendo su género. Y si la tercera temporada ya resultó soberbia en todos los aspectos, la cuarta ha superado a su antecesora en la calidad de los efectos especiales y en dirección fotográfica.
Respecto al uso de los FX, a pesar de que «The Watchers on the Wall (4×09)» perdió parte de su tensión dramática al centrarse únicamente en el asalto al Muro e ignorar las otras tramas, no dudo de que los amantes de la fantasía (y en especial de ‘El Señor de los Anillos’), nos relamimos de gusto ante el despliegue de mamuts, gigantes, cuchillas en la superficie helada del Muro y aceite hirviendo explotando sobre la nieve.
Un último apunte: me ha faltado hacer alusión a ciertos dragones muy creciditos que sufren en unas mazmorras, ¿verdad? En este sentido, nada más pensar en el deleite visual que los amiguitos alados puedan proporcionarnos en temporadas venideras (esto que hemos visto ha sido sólo un aperitivo), ésta que escribe se frota las manos y se mesa los cabellos ante la espera.
Adoro a esos dragones y como su madre sufre por ellos, se vienen grandes momentos
17 junio 2014 | 20:00
No sé que más me gusta leyéndote: tu crítica o tu forma de escribir. Ambos soberbios.
18 junio 2014 | 01:01
Lo que disfruto yo viendo a esos dragones no lo sabe nadie. Hoy me decían en Twitter que era una paradoja contemplar a Dany poniendo grilletes a los dragones -sus hijos- mientras intenta liberar pueblos oprimidos. La escena es asombrosa, y los efectos especiales muy potentes. Espero lo mejor de esta serie. Un saludo
18 junio 2014 | 12:14
Jo, Nacho, que me vas a hacer sonrojar. Un abrazo y gracias!
18 junio 2014 | 12:15