‘Mad Men’, el final de una etapa

joaniHace un mes decidí revisar ‘Mad Men’. Aunque voy al día, quería volver a verla de cara a la recta final del próximo año y porque deseaba disfrutar y revivir las sensaciones que había experimentado. Era consciente de que había olvidado un sinfín de escenas, diálogos, miradas, dobles sentidos, y que parte del significado último de la evolución de los personajes y del retrato de la sociedad se me escapaba. No en balde han pasado siete años desde que los publicistas de Madison Avenue aparecieron en nuestra vida para entregarnos una de las ficciones más incisivas, sutiles y bien construidas de la Edad Dorada de Televisión.

Si siempre he disfrutado con ‘Mad Men’, la revisión me está ofreciendo una de las experiencias seriéfilas más intensas de mi vida. En otras palabras: me está dejando con la boca abierta en todos los sentidos. Así de fácil y de difícil. Casi a punto de terminar la tercera temporada, he constatado de nuevo la carencia de fisuras, la cohesión argumental y estética de una narración asombrosa, de detalles casi invisibles pero sumamente significativos, capaz de sumergirnos en el pálpito de una época de cambios y turbulencias político-sociales al mismo tiempo que nos desvela las complejidades de las vidas encerradas en una elegante oficina.

Ya desde el principio, ‘Mad Men’ establece las líneas maestras de los conflictos personales y laborales que se van a desarrollar en las siguientes temporadas. Volver a ver los primeros episodios, donde se perfilan los rasgos de carácter y se abren las principales problemáticas, nos muestra la habilidad casi sobrehumana de Weiner y su equipo de guionistas para profundizar en la psicología humana, con pinceladas que nos sugieren ―más que revelan directamente― lo que sucede en la psique de cada uno de los personajes. Además de mostrarnos con fina ironía el way of life americano y los usos de la economía capitalista en expansión.

«¿Qué es esto?»

Los que hemos seguido esta serie desde sus inicios nos hemos acostumbrado a su cadencia, a sus insinuaciones, a sus juegos, a sus toques oníricos y a su humor, a veces tan negro. Sabemos lo que vamos a ver. Pero no está de más hacer un esfuerzo de memoria y retrotraernos al momento de su estreno. Creo que a todos nos sorprendió su ritmo pausado y enigmático, que provocó el rechazo de más de uno que, todavía hoy, se resiste a darle otra oportunidad por considerarla lenta o sin una acción de tipo convencional. Yo también me preguntaba «¿qué es esto?» durante la primera temporada, esperando a descubrir qué era lo que Weiner quería contarnos.

Y también recuerdo lo seducida e impresionada que me dejó el final de la primera temporada, con la historia de la identidad de Don y la extraña trama de Peggy, esa muchacha católica, humilde y ambiciosa, que queda embarazada sin ser consciente de ello. Tuve la sensación de estar ante algo diferente, especial, una obra profundamente original y particular. Sin embargo, inmersa en las principales líneas argumentales, me dejé numerosas sutilezas por el camino: diálogos, música, ambientación, vestuario, piezas de este puzzle prodigioso que estoy captando en la revisión, y que me están haciendo darme cuenta, todavía más, de lo enorme que es esta serie.

La vida, el pulso del tiempo

Todas las motivaciones y causas están ahí, en las tres primeras temporadas. La soledad de Don, que no sabemos adónde le acabará conduciendo. Su falta de fe en la familia, su pasado tortuoso e infeliz, la incapacidad de superar las viejas heridas. Las dudas morales de Peggy, donde fe y trabajo de contraponen en una dura batalla en la que siempre acaba perdiendo. El cinismo y falta de escrúpulos de Pete, incapaz de encontrar el modo de ser aceptado entre los poderosos pese a su empeño. El drama de Betty, eternamente insatisfecha y al borde de la enajenación mental en la difícil transición hacia la madurez. El camino de Joan para encontrar el amor pese a considerarse a sí misma una mujer objeto. La huida hacia delante de Roger para exprimir el jugo a la existencia antes de caer muerto.

Y, bajo todas estas historias de vidas, el pulso de diferentes épocas, de un mundo cambiante y confuso que se desliza hacia delante arrastrándolos a todos. Algunos adaptándose a los nuevos tiempos. Otros, como Don, estancados en unos valores que ya nunca volverán a ser los mismos. Al verla de manera continuada se puede apreciar con más claridad la complejidad, el valor, la agudeza y el finísimo humor que desprende su guión, tan sólido y bien hilvanado, que nos conmueve como pocos.

Creo que no somos conscientes de lo que va a concluir el año que viene. No en toda su dimensión. Personalmente, a pesar de haberla considerado siempre una joya muy especial y única (no hay nada que se le parezca y esto es insólito), me doy cuenta de que ‘Mad Men’ es un hito en la historia de la pequeña pantalla, y que su final pone un punto final a una etapa de grandes series en emisión. Después de que finalice ‘Mad Men’ ya no quedará ninguna otra que se le aproxime en cuanto a complejidad, estética y originalidad, y pasará a convertirse en una serie de culto capaz de emocionar a nuevas hornadas de espectadores. Porque tengo la impresión de que ‘Mad Men’ va a resistir muy bien el paso de los años.

6 comentarios · Escribe aquí tu comentario

  1. Dice ser Raimundo Rubio

    Don y los chicos de la oficina son la pantalla, las que estan muy bien son «las chicas». Acabaran dominando la serie. Una pena que no tenga mas protagonismo «nuestra» chica de portada, una adelantada de su epoca. Felices vacaciones.

    15 julio 2014 | 09:47

  2. Dice ser Aitor

    Grandísimo post, Cecilia. Como bien dices, la capacidad para explorar la psicología de los personajes es para enmarcar. A mi me cautivó ya en la 1ª temporada, no ya solo con Don (uno de los grandes personajes de la historia de cualquier arte por su complejidad) sino por lo sutil que narran el desespero de Betty. Uno une los puntos y entiende la gran influencia (quizá dañina) de su madre en su vida y cómo la muerte de esta poco antes del inicio de la serie es el principal motor de su desespero y su vacío vital.

    Y sí, tienes mucha razón cuando dices que ya no quedará a penas nada después de Mad Men. Con los finales de Breaking Bad, Treme y ahora esta, la televisión pierde tres de las mejores series que ha dado jamás.

    15 julio 2014 | 11:18

  3. Hola Aitor, perdona el retraso en contestar, pero es que estoy de vacaciones con una conexión fulera, jeje. Creo que has dado en el clavo. Mucha gente (me pasaba un poco lo mismo) sólo se acuerda de la Betty pérfida, pero tanto la muerte de su madre, la enfermedad mental de su padre y el continuo abandono y mentiras de Don la arrojan a los brazos de Henry Francis. Es un personaje muy dramático, intensamente desesperado y lo único que puedo sentir en las primeras temporadas es pena hacia ella. Tengo mucho interés en seguir viendo su evolución, que es lo que más estoy disfrutando de la revisión. Respecto a Don, es uno de los personajes más complejos y cautivadores que nos ha dado la pequeña pantalla. Le amo y le odio al mismo tiempo. Un abrazo y gracias por comentar!

    20 julio 2014 | 13:16

  4. Gracias Raimundo. Nuestra chica de portada es otro personaje inmenso. Tan eficiente en su trabajo, pero con esa carga sexual que hace que no la tomen demasiado en serio. Estoy contigo: las chicas en Mad Men son lo mejor. ¡Felices vacaciones para ti también y perdona el retraso en contestar!

    20 julio 2014 | 13:18

  5. Dice ser SASADOGAR

    Después de tu comentario, me pica la curiosidad esta serie. las empecé a ver, y la vi tan machista, lenta que se me hizo pesada y la deje, auqnue tengo la 1º y 2º temporada. Lle voy a dar una nueva oportunidad porque tenía muchos elementos para gustarme. un saludo

    12 septiembre 2014 | 11:41

  6. Hola Sasadogar, te la recomiendo encarecidamente. A diferencia de lo que puedas pensar, Mad Men es una serie sobre mujeres, profundamente feminista. Lo que hace es retratar el machismo de una época y la dificultad de las mujeres para integrarse en el mundo laboral, entre otras MUCHAS cosas. Es una joya, una serie maravillosa. No dejes de verla.

    14 septiembre 2014 | 17:46

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